Radiografía de la filantropía ambiental

Radiografía de la filantropía ambiental

#EspecialMedioambiente: En Chile no existe una ley que incentive esta filantropía ni las donaciones para hacer conservación. Tampoco hay un registro oficial de iniciativas filantrópicas “verdes”. Aun así, en las últimas semanas este tema ha empezado a emerger con fuerza y hace unos días tuvo una señal potente: empresarios y ambientalistas se alinearon por esa causa en el CEP. ¿Cómo se define la filantropía medioambiental?, ¿se trata sólo de entregar dinero?, ¿qué existe hoy?, ¿quiénes la realizan? Aquí algunas respuestas.

El auditorio del Centro de Estudios Públicos (CEP) está abarrotado de gente. Faltan diez minutos para las siete de la tarde, la hora del evento, y aún hay muchas personas buscando un lugar. Quienes reservaban asientos para amigos que vienen en camino, desisten y lo ceden. La repisa detrás de la última fila sirve de asiento para los rezagados, igual que las escaleras. Unas 50 personas quedan afuera y deberán seguir la transmisión por streaming en una sala contigua. Es jueves 5 de septiembre y hay expectación porque se lanza el proyecto “Conservación, Institucionalidad y Filantropía Ambiental”, una propuesta del CEP que en su estreno tiene como oradores a Kristine Tompkins, Forrest Berkley -filántropo y gestor de proyectos de conservación ambiental- y a la investigadora de este think tank, Sylvia Eyzaguirre.

En las primeras filas conviven el poder y el ambientalismo. “Me sorprendió la disposición de los empresarios y del mundo ambiental para trabajar en conjunto en esta idea”, comenta uno de los asistentes. En los primeros asientos están el ex presidente de CMPC y del CEP, Eliodoro Matte, el empresario Jorge Matetic, el economista Klaus Schmidt-Hebbel, el director ejecutivo de la Corporación Amigos de los Parques, Eugenio Rengifo, y el director de WWF Chile, Ricardo Bosshard, entre otros. Ellos serán parte de una mesa de trabajo de 24 empresarios, académicos y ONG que elaborarán una propuesta de política pública para fortalecer las capacidades de conservación y mejorar el escenario de las donaciones, de manera que se incentive la filantropía.

Esa mesa de trabajo distingue entre donantes, académicos y sociedad civil. Entre los primeros están Christoph Schiess, Max Ibáñez, Roberto Angelini y Nicholas Davis. Algunos académicos son Magdalena Aninat (UAI), el abogado Luis Cordero (UCh), Antonio Lara (UACh), la abogada Valentina Durán (Espacio Público) y el ex subsecretario de Medio Ambiente, Jorge Canals (Chile 21). Entre los miembros de la sociedad civil están Kris Tompkins, Francisca Tondreau (TNC), Bárbara Saavedra (WCS), Alexandra Petermann (Huilo Huilo) y la abogada Macarena Soler.

Que el CEP se haga parte de este trabajo es una señal potente que los conservacionistas celebran. “Esto representa un paso importantísimo hacia la consecución de una ley de filantropía ambiental para Chile. Es, de alguna manera, ponerse los pantalones largos en la discusión país sobre este tema”, dice Eugenio Rengifo. Por su parte, Eliodoro Matte comenta que el mundo ha evolucionado hacia una conciencia ecológica “La gente se ha dado cuenta de la importancia de este tema (ambiental). Hace 40 o 50 años nosotros no hablábamos de esto”.

-¿Le gustaría invertir en filantropía ambiental, Eliodoro?
-Por supuesto, estamos aquí por eso, porque nos interesa el tema y ojalá que muchos empresarios se sumen.

Dinero, también tiempo

¿Qué se entiende por filantropía ambiental? Hoy en Chile existen muchas iniciativas de conservación, educación ambiental y de protección de territorios y de especies que están realizando acciones filantrópicas. Pero como no existe una ley ni una institucionalidad que se haga cargo del tema, no existe una definición oficial. El cliché de la filantropía es asociarla a millonarios que donan mucho dinero a una causa, pero “la filantropía viene en cualquier modo, no tiene que ver solamente con donar plata”, repara Kris Tompkins.

Según Lester Salomon, director del Centro de Estudios de la Sociedad Civil de la U. Johns Hopkins, la filantropía es una donación privada de tiempo u objetos de valor -dinero, propiedades, bienes- con propósitos públicos. Esa definición se ajusta al panorama filantrópico “verde” del país, pero para que sea filantropía propiamente tal debe tener algunas “condiciones”.

La primera: la filantropía no es Responsabilidad Social Empresarial (RSE) y es un error común confundirlas, dice Macarena Soler, directora de Fundación Geute Conservación Sur. “Los incentivos y las motivaciones son distintos, lo que no significa que la RSE no deba ser estimulada y fomentada. Ninguna es mejor o peor, sólo son diferentes”, explica. El objetivo de la filantropía es personal -dejar un legado o retribuir a la sociedad-, mientras una acción de RSE de una empresa, como hacerse cargo de un pasivo ambiental, busca mejorar su situación competitiva o un valor agregado dentro del negocio.

Otro “requisito” es hacerse parte en el proyecto. “Ser filántropo es involucrarse en una causa que tiene un fin grande para toda la humanidad, que es distinto a la caridad, donde tú donas pero no te implicas”, dice la socióloga Paula Streeter, del Centro de Políticas Públicas UC. Además, la filantropía requiere contar con una estrategia o institucionalidad que permita una proyección en el tiempo, para que el proyecto perdure más allá de sus fundadores.

Magdalena Aninat, directora del Centro de Filantropía e Inversiones Sociales (Cefis) de la UAI, cree que el tema ambiental tendrá cada vez mayor atención de los aportes filantrópicos, especialmente en la medida en que se tome conciencia de los efectos del cambio climático y la urgencia de actuar en la conservación medioambiental. “Lo que falta para destrabar este potencial es una legislación que facilite los aportes voluntarios de los distintos actores sociales”, dice.

La falta de incentivos para invertir en proyectos de conservación es una de las banderas de lucha de quienes están discutiendo sobre filantropía. Esto, porque si hoy una empresa entrega aportes económicos para apoyar una iniciativa de conservación o de protección del medioambiente, Impuestos Internos declara esa donación como gasto rechazado, por lo cual se le aplica un impuesto de un 40%.

En una reciente columna en La Tercera, Sylvia Eyzaguirre dice que en este país una persona natural puede gastarse su fortuna en el casino o en una fiesta, pero si decide donar en medioambiente debe pagar impuestos. “Si una fundación recibe una donación de US$ 100 millones de una empresa para fines de conservación, la fundación debe pagar el 35% de lo que recibió (US$ 35 millones) en impuestos y la empresa debe pagar un impuesto equivalente al 40% del monto donado (US$ 40 millones) en impuestos (…) ¿A alguien le quedan ganas de donar?”, escribe.

Ésa es una de las razones que explican que el medioambiente ocupe el sexto lugar entre los ámbitos a los que las empresas, las fundaciones y los ciudadanos donan su dinero, detrás de educación, desarrollo social, primera infancia y/o tercera edad, salud y vida sana, y arte y cultura, según los datos del Primer Barómetro de Filantropía en Chile, que el Cefis lanzó hace un par de semanas.

“La gente está dispuesta a donar a este tipo de organizaciones, pero nos pregunta si existe un beneficio porque esperan una retribución por ese aporte”, dice el director de una ONG que realiza filantropía.

Las señales

El tema de los incentivos es pertinente en medio de un escenario de crisis climática, donde la conservación es mirada con atención por empresarios, políticos y ONG como un objetivo de filantropía, porque es parte de la solución. Tal como lo planteó Kris Tompkins en el CEP: “El sur de Chile tiene uno de los ecosistemas más ricos en el mundo y ustedes no piensan en eso; Chile juega un rol que la mayoría de las personas no sabe. Ahora tienen que mirarse a sí mismos en el escenario global del cambio climático, no sólo en lo que pueden hacer internamente, sino en cuál es su responsabilidad global”.

Pese a esto, hay señales contradictorias. Chile ha sumado miles de kilómetros de áreas protegidas: hoy tiene el 21,5% de su superficie terrestre y el 40,5% de sus aguas oceánicas bajo alguna figura de protección, lo que ha puesto al país como un ejemplo a imitar. Sin embargo, el Estado invierte apenas 1,54 dólares por cada hectárea protegida, lejos de los 23,4 dólares que gasta Argentina y de los 92 dólares de Estados Unidos, según expuso Forrest Berkley en el CEP.

En esa línea, una investigación elaborada por la revista PNAS de la Academia Nacional de Ciencias en EE.UU. para analizar los presupuestos designados para conservación de la biodiversidad, ubicó a Chile como uno de los países (9° lugar) con menos fondos para el cuidado de su biodiversidad.

Por eso la importancia de la conservación de privados y la filantropía ambiental, que tiene como hito más relevante la donación de los parques que constituyen la Red de Parques de la Patagonia de los Tompkins al Estado chileno. “Ese hecho cambia de manera radical cómo conversamos sobre este tema, para empezar a planteárselo seriamente”, comenta Nicholas Davis, presidente de EuroAmerica y uno de los creadores de Fundación Punta de Lobos, que trabaja con la comunidad local para proteger la biodiversidad y paisaje de ese sector en Pichilemu.

El “efecto Tompkins” no se explica sólo por la dimensión de la donación -más de 700 mil hectáreas de parques que ponen al país entre los líderes de la conservación a nivel internacional-, sino también por otra razón. “Con esta donación se cerró una historia llena de suspicacias y cuestionamientos a las intenciones y motivaciones del filántropo Douglas Tompkins, una variable que, con menos intensidad, también ha estado presente en otras iniciativas. Así, la materialización de la donación de los parques es un paso adelante para sembrar confianza en torno al fenómeno de la filantropía”, señala el Primer Barómetro de Filantropía del Cefis.

Algunos casos

Aunque no hay un registro de filantropía “verde” en el país, existen muchas iniciativas que caben bajo ese paraguas. Sus objetivos varían, pero pueden combinarse en un mismo proyecto: conservación de tierras, ríos o mar; educación ambiental; trabajo con la comunidad; protección de especies… El número es indeterminado, pero hay algunas que destacar.

Para este reportaje se elaboró un listado con 21 iniciativas de filantropía ambiental (ver listado), el cual fue resultado de conversaciones con tres expertos en el tema: Magdalena Aninat, directora del Cefis de la UAI; Paula Streeter, socióloga del Centro UC de Políticas Públicas; y la red de iniciativas de conservación ASÍ Conserva Chile. No son éstas todas las instancias que abordan el tema, pero es una muestra representativa.

Allí está el caso de Filantropía Cortés Solari, que tiene como ejes la conservación, la ciencia, la educación ambiental y la cultura, los que se implementan mediante tres fundaciones y tres parques. Patricia Morales, gerente general, explica que estudiaron casos de filantropía en varios países hasta desarrollar su propio know how, que les permitió convertirse en fundación en 2016 y desarrollar una estrategia a largo plazo.

Existen proyectos tal vez más desconocidos, pero que cumplen un rol clave en el cuidado de sitios estratégicos para el país. A una hora y media de Los Andes está el Parque Andino Juncal, justo donde nace el río Aconcagua y donde existen 24 glaciares, aguas superficiales y subterráneas. “Nuestra filantropía resguarda la fuente de agua para el valle del Aconcagua y la Región de Valparaíso”, dice Catherine Kenrick, representante de la Comunidad Kenrick Lyon. En la misma línea está la Fundación Kennedy: “Acá trabajamos para cuidar el patrimonio natural de todos los chilenos”, dice Peter Kennedy, el escocés radicado en Chile que creó en 2004 la fundación para cuidar los humedales.

En este mapeo también aparecen pequeñas organizaciones que dedican su tiempo y (escasos) recursos para salvar especies. La tortuga verde, una de las cinco especies tortugas marinas que se alimenta en hábitats del país, es el objeto de investigación y recuperación de la ONG Qatapara. Algo similar realiza Chinchimén con los chungungos (o nutrias de mar).

El empresario Eduardo Ergas, quien creó hace 15 años la Fundación Ecoscience donde une la ecología y la ciencia, destaca a las iniciativas más modestas. “Es muy importante ver cómo miles de personas están haciendo de la conservación algo propio y suyo, conservando a veces terrenos desde media hectárea. Si queremos lograr algo, serán éstas las personas responsables de que el territorio sea ‘salvado’: los miles de pequeñísimos propietarios más que unos pocos grandes”, explica el dueño de Valle Nevado.

Las señales indican que la filantropía ambiental está despegando y que se está incubando un ecosistema auspicioso, señala la abogada Rosa Madera, fundadora de Emphatty, organización que diseña planes estratégicos para desarrollar filantropía en Chile. “Cada vez hay más interés en aprender a cómo hacer filantropía, en sacar lecciones de experiencias extranjeras y locales; hay avidez en relacionarse y hacer filantropía colaborativa, en hacer proyectos conjuntos para lograr una hoja de ruta común y un propósito claro”, dice.

Según la ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, el proyecto de ley que crea el Servicio de Biodiversidad y Áreas Protegidas también dará un impulso a la filantropía ambiental, pues termina con la dispersión de las instituciones estatales relacionadas con la conservación de la biodiversidad, fortalece las opciones de protección para los privados -aumentando los tipos de áreas protegidas que pueden elegir- y además crea un fondo concursable para proyectos de conservación privada.

En Chile existen 234 mil organizaciones (grandes y pequeñas) de la sociedad civil registradas, y según el libro Sociedad en acción, del Centro de Políticas Públicas UC, sólo el 1% se dedica a temas ambientales. Aún queda mucho trecho por crecer.

“Pero eso está cambiando rápido. Tú espera, que va a cambiar mucho”, vaticina Kris Tompkins.

Esfuerzos por una ley

La mesa de trabajo del CEP no es la única instancia que busca resolver la falta de incentivos para invertir en proyectos de conservación y crear una ley de filantropía ambiental.

Hoy existen algunos beneficios tributarios para la conservación, pero es muy difícil aplicarlos porque están dispersos en más de 100 cuerpos normativos. “Es un desorden horroroso”, dice Roberto Peralta, abogado experto en legislación para la conservación, quien junto a un grupo de profesionales redactó un proyecto para crear una Ley Única de Donaciones en 2002, pero esa propuesta no tuvo piso político. El primer gobierno de Piñera le abrió la puerta, pero hasta hoy no ha pasado nada.

Peralta dice estar convencido de que ese proyecto no será ley. Una de las razones es que busca emparejar los beneficios entre las distintas filantropías (cultural, social, educacional, ambiental, etc.) y hay algunos sectores que quieren permanecer en su posición de privilegio. “Sobre todo el sector cultural, porque ellos se dan cuenta de que si entran a competir con el medioambiente en recaudación de fondos podrían perder”, explica.

Por su parte, la Geute Conservación Sur, la Fundación Punta de Lobos y Amigos de los Parques convocaron y reunieron a unas 60 personas de más de 30 organizaciones el miércoles 10 de julio en la Fundación Heinrich Böll, en Providencia, y crearon la Red de Filantropía Ambiental, para impulsar la creación de un proyecto de ley. Hoy esa red tiene tres comisiones -técnica, ciudadana y comunicacional- trabajando en el tema.

También existe una propuesta apoyada por la Comunidad de Organizaciones Solidarias y otras entidades para hacer cambios puntuales a algunas leyes que ya existen, donde el eje es la Ley de Rentas Municipales.

Y otra más. El diputado RN Sebastián Torrealba presentó un proyecto de acuerdo, “un camino intermedio” a una futura ley de filantropía, que modifica la Ley de Donaciones Culturales (”Ley Valdés”) y la Ley de Donaciones Sociales. “El Presidente lo está estudiando”, asegura Torrealba.

Link de Prensa:

https://www.latercera.com/tendencias/noticia/radiografia-de-la-filantropia-ambiental/821710/